martes, 22 de julio de 2014

Odisea para cumplir con el horario de entrada al trabajo


Veintiséis kilómetros separan el portal 80 de la calle 222 con carrera 55; saliendo del portal a las 5:30 a.m., un vehículo particular gasta unos treinta minutos, si se sale, media hora después, el tiempo utilizado crece quince minutos. Con una salida a las 6:30, el recorrido superará, la hora y quince minutos. Con un accidente leve, habrá que pensar en más tiempo. Con dos accidentes, se gastan hasta dos horas.

¿Qué causa que en tan pocos kilómetros aumente tanto el tiempo?. En principio desorganización del tránsito, la entrada y salida de buses de transmilenio en el portal 80, la concentración del mismo servicio intermunicipal, que llega y sale de la estación, lo autos que se parquean en las vía, - la anarquía presente - y las situaciones que aparecen en el trayecto a recorrer de camino al trabajo.

Del portal a la avenida Boyacá, la duración de los cambios en los semáforos es diferente cada día, muy largos unos y aparentemente cortos, en otros. Algo particular, cerca de la estación de la granja, carros que intentan entrar por la Kr 82, ocupada por los contratistas de Claro, - claro, la anarquía nuevamente -. Lo positivo, se pueden apreciar los graffitis, ¿un homenaje a los artistas asesinados?

Con buena suerte se llega a la 150, aquí empieza el verdadero calvario, represamiento en los cuatro carriles de la “autopista norte” por la zona vehicular, vecina a la línea transmilenio y dos más en la paralela. Luego el flujo aumenta en dos carriles, los de la oreja del puente de la 170, yendo hacia el norte. En el puente peatonal del portal norte, hay un represamiento “autorizado”, los buses intermunicipales, hay tiempo para ver el panorama, la velocidad no supera, los diez km/h. Complacientes e infructuosos resultan los esfuerzos de los agentes, para que los buses circulen. En cualquier momento, un helicóptero vuela, ¿verificando el trancón formado?, ¿el costo de cada vuelo mejora el tránsito?

Otra vez lo inaudito, un irracional aumento del tránsito, algunos intermunicipales se regresan por el puente del centro comercial Santa Fe, buscando más pasajeros, realizan violentas atravesadas, desde el carril de salida de la estación, al externo de la autopista, debe estarse atentos y tener buenos frenos para responder a los bárbaros.

El embudo crece, donde acaba la línea de transmilenio, de seis carriles se pasa a tres, aparece alguien de verde controlando la restricción o algún choque. De aquí en adelante los retornos – lentos - alimentan el carril rápido, además para tomarlos hay varias filas, la velocidad disminuye.

Hasta aquí dos de los factores de riesgo más comunes no se han mencionado: las motos, que pueden aparecer por cualquier parte, en muchas ocasiones serán actores de los accidentes; el otro, la inesperada presencia de reductores de velocidad invertidos – léase huecos profundos -, la causa, falta de mantenimiento de las vías, los daños en los carros, debería reconocerlos el Distrito Capital.

El escenario descrito, bien podría ser el mismo de gran parte de la ciudad, los eventos serían similares, la intervención de las autoridades de tránsito podrían ser las mismas, los proyectos que solucionarían el tema estarían igual de estancados y con certeza las soluciones, no están en las propuestas de candidatos o de alcaldes que quieren quedarse en el cargo. Nosotros los ciudadanos responsables que queremos cumplir con la hora de ingreso, que puede ser factor a la hora de renovación.

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