Veintiséis kilómetros separan el portal 80 de la calle 222 con
carrera 55; saliendo del portal a las 5:30 a.m., un vehículo
particular gasta unos treinta minutos, si se sale,
media hora después, el tiempo utilizado crece quince minutos.
Con una salida a las 6:30, el recorrido superará, la hora y quince
minutos. Con un accidente leve, habrá que pensar en más tiempo. Con
dos accidentes, se gastan hasta dos horas.
¿Qué causa que en tan pocos kilómetros aumente tanto el tiempo?.
En principio desorganización del tránsito, la entrada y salida de
buses de transmilenio en el portal 80, la concentración del mismo
servicio intermunicipal, que llega y sale de la estación, lo autos
que se parquean en las vía, - la anarquía presente - y las
situaciones que aparecen en el trayecto a recorrer de camino al
trabajo.
Del portal a la avenida Boyacá, la duración de los cambios en los
semáforos es diferente cada día, muy largos unos y aparentemente
cortos, en otros. Algo particular, cerca de la estación de la
granja, carros que intentan entrar por la Kr 82, ocupada por los
contratistas de Claro, - claro, la anarquía nuevamente -. Lo
positivo, se pueden apreciar los graffitis, ¿un homenaje a los
artistas asesinados?
Con buena suerte se llega a la 150, aquí empieza el verdadero
calvario, represamiento en los cuatro carriles de la “autopista
norte” por la zona vehicular, vecina a la línea transmilenio y dos
más en la paralela. Luego el flujo aumenta en dos carriles, los de
la oreja del puente de la 170, yendo hacia el norte. En el puente
peatonal del portal norte, hay un represamiento “autorizado”, los
buses intermunicipales, hay tiempo para ver el panorama, la velocidad
no supera, los diez km/h. Complacientes e infructuosos resultan los
esfuerzos de los agentes, para que los buses circulen. En cualquier
momento, un helicóptero vuela, ¿verificando el trancón formado?,
¿el costo de cada vuelo mejora el tránsito?
Otra vez lo inaudito, un irracional aumento del tránsito, algunos
intermunicipales se regresan por el puente del centro comercial Santa
Fe, buscando más pasajeros, realizan violentas atravesadas, desde el
carril de salida de la estación, al externo de la autopista, debe
estarse atentos y tener buenos frenos para responder a los bárbaros.
El embudo crece, donde acaba la línea de transmilenio, de seis
carriles se pasa a tres, aparece alguien de verde controlando la
restricción o algún choque. De aquí en adelante los retornos –
lentos - alimentan el carril rápido, además para tomarlos hay
varias filas, la velocidad disminuye.
Hasta aquí dos de los factores de riesgo más comunes no se han
mencionado: las motos, que pueden aparecer por cualquier parte, en
muchas ocasiones serán actores de los accidentes; el otro, la
inesperada presencia de reductores de velocidad invertidos – léase
huecos profundos -, la causa, falta de mantenimiento de las vías,
los daños en los carros, debería reconocerlos el Distrito Capital.
El escenario descrito, bien podría ser el mismo de gran parte de la
ciudad, los eventos serían similares, la intervención de las
autoridades de tránsito podrían ser las mismas, los proyectos que
solucionarían el tema estarían igual de estancados y con certeza
las soluciones, no están en las propuestas de candidatos o de
alcaldes que quieren quedarse en el cargo. Nosotros los ciudadanos responsables que queremos cumplir con la hora de ingreso, que puede ser factor a la hora de renovación.
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